PODEMOS: reflexión imprescindible (y dolorosa) sobre los errores
Es domingo y son las seis de la tarde. En su domicilio de Calacoto, Tuto Quiroga y sus más cercanos colaboradores esperan los resultados de boca de urna que los canales de TV están a punto de difundir. Ha llegado para todos el momento de la verdad, la hora en la que se condensan cientos de horas trabajadas, innumerables noches sin dormir, extenuantes reuniones, estrés infernal, virtual abandono a sus respectivas familias, esperanzas sin límite y millones de dólares gastados. Todo se resolverá en un instante, de un momento a otro la vida de todos ellos cambiará radicalmente, las cartas ya están echadas y sólo falta vivir el instante preciso de conocer finalmente qué les deparaba el destino para ese terrible domingo 18 de diciembre a las seis de la tarde.Y es cuando llega la sorpresa, primero, la incredulidad, la desazón, el desasosiego y el desfallecimiento después. Todas las redes de TV coinciden con un triunfo holgado de Evo Morales, de hasta 12 puntos según la proyección de Equipos Mori, difundida a través de PAT y Unitel. 12 puntos. En medio de la sorpresa, el candidato pide calma, alguien señala que hay que esperar los resultados definitivos, uno más añade que los votos en el oriente son “extraordinarios”. Pero luego vendrían las verdaderas malas noticias de una noche especialmente triste para los candidatos de la derecha en Bolivia: los tres sistemas de conteo rápido, basados ya no en encuestas de boca de urna sino en mesas efectivamente escrutadas, dan a las redes de TV el peor escenario que se podía imaginar Tuto Quiroga y su equipo, una pesadilla inconmensurable, de proporciones demoledoras: Evo se acerca al 50 por ciento del voto a nivel nacional. Primero se anuncia 48 por ciento. Luego se establecería la cifra final en 51 por ciento, que deberá contrastarse con los resultados oficiales de la CNE. También hay malas noticias en el Senado: Potosí y Chuquisaca, que algunas encuestadoras daban como victorias de Podemos, son finalmente vencidas por el MAS, como para que se demuestre sin duda de que los cinco departamentos de occidente votan por Morales y los cuatro de oriente votan por Quiroga. Con Potosí y Chuquisaca, y dependiendo del resultado final en Pando, es posible un empate en el Senado, 13 senadores para cada uno, con un posible senador dirimidor del MNR. Pero en esa noche larga también hay malas noticias en las candidaturas a prefecto: Walter Arízaga de Chuquisaca puede perder, Manfred Reyesvilla –aliado de Tuto– sufre un susto en los primeros resultados del conteo rápido en Cochabamba, Jaime Paz –el otro aliado– pierde en Tarija y, para colmo de males, Leopoldo Fernández, el líder indiscutido en Pando, puede caer ante Miguel Becerra de UN. En Potosí ya está descartado Sergio Medinacelli, de Podemos, y el propio José Luis Paredes tiene una ventaja relativamente estrecha en La Paz. Nada podía haber salido peor.Dolorosa reflexiónLa plana mayor de Podemos tendrá suficiente tiempo en los próximos días y semanas para analizar las causas de esa derrota. Haber polarizado los comicios puede ser una de ellas. Cuando una elección se polariza, los dos extremos son los que se benefician, en detrimento de las posiciones centristas. En este caso específico, la polarización parece haber terminado beneficiando a Morales y perjudicando a Quiroga y Samuel Doria Medina. El otro grave error que proviene de la polarización es el haber dividido el mundo en bueno y malos. Unos representan el pasado y el atraso (los indígenas y campesinos) y los otros significan el futuro y la racionalidad (las clases urbanas y los empresarios). Los tutistas tuvieron una marcada tendencia a dividir todo en negro y blanco. No había grises. Todos quienes no estaban con ellos estaban contra ellos, sin ninguna capacidad para ver los matices, encontrar espacios de diálogo ni motivos para concertación. Falta hacer un estudio empírico, pero está claro que Evo Morales y el MAS hicieron una campaña que casi nunca se refería a sus adversarios, excepto cuando había que responder a algún ataque. Podemos hizo lo contrario: casi no había declaración de Quiroga y sus colaboradores que no fuera referirse a Morales, al narcotráfico, a Hugo Chávez, a la inviabilidad supuesta de Bolivia en manos de una persona “no preparada”.Tal vez entre los colaboradores de Tuto, y él mismo, ahora que acabó la campaña y se inicia la larga y dolorosa reflexión, se evalúe si fue positiva la oposición a Carlos Mesa, negando su apoyo al referéndum y a la Asamblea Constituyente. Tal vez ahora se repiense si no debió apoyarse las primeras versiones de la ley de gas presentadas por Mesa y que pudieron, en algún momento, ser aprobadas. Tal vez ahora se considere que haber celebrado con tanta fruición los libros de Irving Alcaraz y “Tano” Llobet fue prematuro, exagerado. “Todo lo que no es liberalismo está mal, equivocado, y en ese marco también está equivocado Carlos Mesa y con mayor razón los movimientos sociales y el MAS”. El resultado final es que ayudaron a tumbar a Mesa para que Evo se alce con el 51 por ciento de los votos.En la penosa reflexión de los tutistas también estará el tema de los hidrocarburos. La cantaleta de que no se podían subir los impuestos a los hidrocarburos se ha comprobado como mentirosa, ahora que no hay nada sobre las amenazas de juicios y que el propio presidente de Repsol ha enviado una calurosa reflexión al presidente electo. Cartas a Chávez51 a 31, nadie podía imaginar ese resultado y conocerlo es darse de bruces contra la realidad. Dirigentes de Podemos, a la gente común le gusta Hugo Chávez, no le manden cartas de crítica. A la gente común le gusta Diego Maradona, no critiquen el tren antiglobalizador. A la gente común le gusta Piero, no hagan referencias irónicas sobre su pasado izquierdista. A la gente común le gusta Fidel Castro, no hablen del “atraso cubano”. La gente común no se traga eso de que por culpa del Chapare tendremos hijos adictos, no hagan referencias sobre el narcotráfico. La gente común sabe que Evo Morales no va a ser tan necio de cambiar la bandera, no gasten dinero en spots sobre eso. La gente común rechaza las referencias veladamente racistas sobre que “Evo Morales no tiene la capacidad” para conducir el país, no dividan el país entre “inteligentes de clases medias y atrasados del campo”. Claro, a un grupo de vecinos de Calacoto y de Equipetrol les ha debido parecer excelente que Tuto critique al presidente Chávez y que haga alusiones racistas. Pero ese sector no es suficiente para ganar elecciones, para lograrlo se debe pensar en los sectores campesinos, en los pobres de los cinturones periurbanos, en los profesionales sin futuro. Y la campaña de Podemos no hizo otra cosa que ahuyentarlos. Esos votos tampoco recalaron en Doria Medina –debido a la polarización– y aterrizaron en las manos del adversario principal. Tuto terminó siendo el jefe de campaña del MAS.Una expulsión Quizás la reflexión de la plana mayor de Podemos vaya todavía más allá. Vuele en el tiempo hasta los muertos de Sacaba provocados cuando se quisieron cerrar los mercados de la coca, una medida innecesaria y excesiva. Pero, quizás más importante, vuele también al 23 de enero de 2002, día de la expulsión de Evo Morales del Congreso. Evo Morales iba a llegar donde ha llegado más tarde o más temprano, pero su expulsión puede haber acelerado el proceso. El 2002, Morales es el único parlamentario indígena de renombre, el único cocalero, el único enfrentado a la Embajada de EEUU, el único de origen pobre, el único que no pertenece a un partido tradicional. Y se lo expulsa justamente a él, al más débil de todos, en una acción asumida por unos partidos políticos carcomidos por la deslegitimidad. Además, se lo hace sin pruebas, para sacar de en medio a un potencial adversario importante y para darle el gusto a EEUU. ADN, MIR, MNR y UCS, en coordinación con la embajada y en contacto con Palacio de Gobierno, pueden haber empezado a germinar la atroz derrota de Tuto del 18 de diciembre justamente el 23 de enero, con la expulsión de Morales. Era una locura sacarlo del Parlamento. Y era obviamente una mala jugada. Pero ninguno de los asesores de Tuto se dio cuenta de ello entonces. Lo mismo se ha repetido más recientemente: este periodista se permitió preguntarle a Quiroga si no era un exceso rechazar el cato de coca por familia en el Chapare, que ha pacificado al país, y que incluso es ahora aceptado por EEUU. Quiroga se puso en una posición más conservadora aún que la del Gobierno de EEUU, cuya opinión, dijo, “le vale un pito” y afirmó que había que erradicar hasta la última planta. No quiero parecer cínico, pero la verdad es que a mí me importa un pito si la cocaína llega o no a París o Madrid (porque llegará de todas formas de cualquier otra fuente). Me importa más la pacificación del Chapare y evitar contar muertos por decenas.Probablemente sea el propio Quiroga el que haga la más importante reflexión: no tiene por qué pensar que está predeterminado a gobernar. Su inteligencia y conocimientos no están en duda, pero ello no es suficiente para que los bolivianos lo apoyen masivamente. Debe empezar de cero, repensarlo todo. Y buscar la presidencia el 2010. Raúl Peñaranda U. (La Epoca)
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