1/30/2006

Las primeras señales de cambio abren expectativas pero generan dudas

Como si fuera una predestinación de los dioses andinos, todo o casi todo, le ha salido bien hasta ahora al presidente Evo Morales: su contundente victoria en las urnas, su exitosa gira internacional, las ceremonias de su investidura y la conformación del gabinete. Fiel a su discurso, dejó de lado a los tecnócratas y optó por un equipo integrado por dirigentes sindicales, líderes sociales e intelectuales izquierdistas. El mensaje es claro: quiere un cambio social profundo.Nunca antes una mujer de pollera llegó al gabinete y menos una dama ha encabezado el Ministerio de Gobierno, como tampoco un indígena aimara pudo en el pasado ser Canciller de la República.Esos cambios son una fuerte señal de incorporación de sectores marginados del poder político y requería coraje hacerlo. Lo mismo que reducirse el sueldo, convocar a gabinetes a las seis de la mañana y admitir que “admira” a los prefectos de regiones adversas al MAS.Pero no todo ha sido color de rosa. Algunas declaraciones han sido apresuradas, existen observaciones sobre varios ministros y algunas críticas ya se han hecho escuchar antes incluso que todos los miembros del gabinete hayan terminado de sentarse en sus despachos. Aunque las señales han sido buenas, todavía falta mucho por ver si este gabinete logra responder a los grandes desafíos planteados en un país difícil, con mucha pobreza y fuertes grupos sociales.El desafío de la inclusiónEl Presidente sabe que su mayor desafío es resolver la exclusión que se acumuló durante siglos y busca consolidar el sistema democrático por la vía de algunas nominaciones simbólicas. “Los indígenas estamos haciendo historia para acabar siglos de marginación y este cambio debemos encararlo en democracia”, ha dicho varias veces desde el día de su juramento. Por eso su mayor apuesta es la Asamblea Constituyente que, como él mismo ha reiterado, no sólo va a reformar la Constitución sino que le tocará “refundar la República”. Pero la tentación de los gobiernos que comienzan es siempre “refundar” el país para después aplicar cambios “cosméticos”. Los allegados al Presidente dicen que éste no es el caso, cuyo futuro político se juega precisamente en esas transformaciones y los primeros pasos que ha dado parecen afirmar ese compromiso.Pero, más allá del efecto mediático que genera la primera sorpresa, la elección del gabinete ha comenzado a generar las primeras fricciones y se ha puesto de manifiesto señales contradictorias entre el discurso y las acciones.El Presidente quiere gobernar con los sindicatos y movimientos sociales que nunca han tenido la oportunidad de ejercer gobierno, pero puede estar cayendo en la otra forma de corporativismo, han señalado analistas.También el gabinete refleja un cierto equilibrio. De los 16 designados, cuatro son mujeres, cinco son activistas sociales, cuatro dirigentes sindicales, seis profesionales de clase media y un empresario cruceño, aunque Salvador Ric no forma parte de los influyentes grupos empresariales de Santa Cruz.Primera pulsetaEn el pasado, los gobiernos entregaban cuotas de poder a los sectores empresariales y regionales, sobre todo de Santa Cruz, para asegurarse apoyo y gobernabilidad.La dificultad radica en que no siempre se puede satisfacer a todos y los que se sienten desplazados reclamarán su cuota.Eso ha ocurrido al día siguiente de la posesión del gabinete, cuando la otrora poderosa Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) cuestionó el nombramiento del cooperativista minero Wálter Villarroel. La pugna es tan fuerte que el dirigente minero Alfredo Aguilar Nina dijo que no permitirán que los cooperativistas avallasen las propiedades de la Comibol, ni de la empresa privada, como ocurrió con Caracoles y Colquiri.Desde que los precios de los minerales comenzaron a repuntar en el mercado internacional, cooperativistas y asalariados se disputan los yacimientos casi extinguidos.El ministro Villarroel ha salido al paso de la FSTMB al señalar que como gobierno buscará “trabajar mancomunadamente con la minería mediana, chica y los cooperativistas”. “No vamos a enfrentarnos con nuestros hermanos de clase”, ha dicho.Pero Aguilar Nina anticipó que si los obreros de las cooperativas tienen bajo su control el ministerio del sector, ellos reclamarán el manejo de la Comibol. Villarroel descartó ceder a favor de los asalariados mineros el manejo de esa empresa estatal.

(Carlos Valdez)

tomado de www.la-epoca.com

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